Lagunas de escritor

No sé cómo me siento el día de hoy. Tal vez nunca lo sé. No se definir muy bien si el vaso esta medio vacío o medio lleno. Optaría por medio vacio la mayoría de las veces. Es un estado como andar nefelibato. Estar en las nubes, y distanciarme de lo real. Es mirar cosas y no verlas en realidad.  Digo que no me gusta estar así, pero en el fondo sé que si. Creo que me he acostumbrado a flotar y hacerlo es bueno. Hasta cierto punto. Últimamente cuando leo, mi alma se marchita un poco más. No he escrito y eso me hace un poco gris. Me demacra el alma y la hace parecer cansada y desvanecida. Cuando quitamos un grano del tarro del azúcar no lo notas hasta que has quitado diez mil granos del tarro. He dicho que no necesito perderme para encontrarme, pero creo que ya estoy perdida. Deambulando entre mí misma y busco un espacio donde sentarme y reposar. Mi mente bulle y calla, bulle y calla.

Estos problemas de escritores tan extraños.

O tal vez solo sean míos. Me siento desprotegida y un poco desorientada, a pesar de que ni muerta lo diría a conocidos. Pero creo que es normal., o ya no sé. Tal vez la pollina me haga pensar descontroladamente.

Siendo así esto, solo queda persistir en lo que creo firmemente y garrarse de eso a como dé lugar.  No dejando de temer, pues somos humanos y es instintivo en nosotros, sino desarrollar resiliencia hasta no poder más. Y sin embargo seguir. Por eso creo que somos escritores, no porque no desmayamos, sino porque desde el suelo contemplamos las estrellas.