#1

Sofocas mi cara, sometes la voluntad con tu mirada, lanzando los hilos y atando mis mañas,
Te acercas, me acercas un poco no mucho,
Despacio, seguro, confiado, airado,
Me abrazas, con fuerza, destreza,
Queriendo mi todo y pidiendo el extra,
Me caigo… en el abismo que es tu amor,
Me ciego, me cierro, me escondo y tropiezo,
Las mariposas rugen y solo quiero vomitar, me volteo y vuelo, libero las alas y también las patrañas que tenia guardadas,
Respiro, me muero, revivo, suspiro y sé quien eres tu…

Victoria Gabmor.

Respirando natural

Y desde la altura podía observar todo, hasta la inimaginable. Sentada en un camino de cemento implementado por una mente audaz para las lluvias. A los lados pequeñas porciones de verde formaban un hermoso contraste con la tierra húmeda, más adelante un lago, que no era lo suficientemente grande para no ver su final. En lo más cercano, agua teñida de un verde musgo, podría pasar por tempera, lleno de plantas y vegetación marina, pero allá, casi al final, un tono azul que te hace pensar en lo profundo de tu propia vida. El lago esta oculto por arboles, que no tendrán cien años, pero si tienen una historia que contar, con ramas que caen flojas y hojas que bien no todas son iguales pero se parecen, y allí, sumamente escondida, esta una pequeña casita que no llega a cabaña, casi consumida por la flora del lugar, ella, respirando tranquilamente, saboreando cada gota de frescura de aire que el entorno podía ofrecer, sintiendo la belleza de lo natural y experimentando las sensaciones de comunión con la naturaleza, se sintió plena.

Relatos del día: Cauchos espichados entre páginas invernales parte II

BALANCEO EN LA CARRETERA

íbamos camino a casa cuando nos paramos a comprar lago en la farmacia. Mi mamá nos esperaba en el carro mientras Os y yo íbamos a comprar, no hace falta decir: nos tardamos un montón. Es que no se que tienen las farmacias grandes que me atraen, puede ser la extensa variedad de artículos que probablemente nunca necesite, ó el hecho de todos los colores, no se, pero me llaman.

Cuando volvimos y nos montamos en el carro si noté un balanceo medio extraño, pues resulta que espichamos un caucho, mi mamá ni idea y cuando le dije medio entró en pánico. Ella es una mujer que puede hacer casi de todo, pero usualmente si alguien la ayuda es mucho mejor. Yo, como siempre, tranquila en el exterior y corriendo frenéticamente en mi cabeza, claro, es que alguien tiene que mantener la calma en situaciones así. Os diciéndole a mi mama que bajara la velocidad porque sino nos quedábamos sin caucho y ella que nada que escuchaba. mirándolo desde una perspectiva que no era la nuestra en esos momentos era hasta graciosa la situación. Claro, mi mama diría que nunca fue graciosa.

Total que paramos en la segunda bomba, ya que la primera mi mama se la saltó -aún tengo la duda del porque- y ahora el trabajo era cambiar el caucho, que cuando nos bajamos nos dimos cuenta de que no estaba mal, estaba malísimo, rajado y demás. Por una parte teníamos a Os como fuerza bruta y a mi mama como la parte intelectual porque Os en su vida había cambiado un caucho, claro, estaba yo también, que era la parte Bulto, es decir, la que no hacia más que mirar y sostener las llaves.

SITUACIÓN CRITICA

-¡Ay!- Fue la exclamación de mi mamá cuando el gato peló lo que sea que sostenía debajo del carro y el carro se bajó. Se armó la san quintina me dije yo mientras veía a esos dos intentando volver a poner el gato donde iba.

Os sacando las tuercas para aflojar el caucho.

Os sacando las tuercas para aflojar el caucho.

Cuando terminaron no había pasado ni media hora, nos felicitamos mutuamente por tan buen trabajo de cada uno, y nos fuimos a casa.

Entre clases

En la universidad me tocó una profesora de esas que se miran de lejitos y volteas la mirada para que no te vea de vuelta. De esas que se rumorea en los pasillos que su maldad es inversamente por proporcional con su tamaño (Nunca son muy altas) y que, si no eres un crack en la materia ni sueñes con pasar. Lo cierto es que estaba escrito su nombre en mi horario y al principio no creí que fuese tan mala. Me equivoqué (Y no a la vez, pero eso para más adelante), el primer día nos dejo claro las reglas del juego, y la primera fue: Esto no es un juego. Soy de poco impresionar y esto solo me dio más determinación de ser una de las mejores sino la mejor en su clase.

Dibujo hecho por mi de la profesora. :)

Dibujo hecho por mi de la profesora. 🙂

Secretamente creo que lo hizo para asustarnos porque a la siguiente clase llegó más tranquila.

Ella es como una fiera. Intimidante, sin escrúpulo alguno de destrozarte frente a una clase por demostrar la verdad. Me encanta.

Tal vez porque yo tengo un toque de acidez en mis venas, no lo sé con certeza, pero cada vez espero con ansias sus clases, su fiereza me inspira, y por eso, hoy, escribí este post.

Creo firmemente que esos profesores son los que te dejan huella, o por lo menos a mi. Nunca he recordado una maestra amable. Mis compañeros creen que estoy medio loca porque tenemos empatía y más si supieran que escribí sobre ella, pero ahh, ya soy rara, ¿que importa?

Un aplauso para esos profesores que su pasión es más grande su amabilidad.

Un aplauso para esos profesores que te inspiran a ser mejores.

Un aplauso.